Qué razón tenía Einstein cuando enunció la Teoría de la Relatividad. Uno se da cuenta cuando habla con Carlos Salem, con Carlos una hora no es una hora, una hora se queda reducida a una mota de polvo en el universo de la vida. Un programa de radio se hace añicos de pequeño que se queda. No es que en en compañía de Carlos Salem el tiempo pase volando, es que a medida que te va contando historias te deja un regusto agridulce el fondo del alma, esa sensación de no haber vivido lo suficiente y sin embrago estar disfrutando con cada palabra.
Carlos Salem tiene más tablas que diez almacenes de IKEA y por eso desde el primer momento te habla de tú a tú, hasta que te empieza a dar la impresión de que hacía un montón de tiempo que no veías al tío Carlos. Es tan cercano que cuando te montas en el coche dudas un instante entre llevarlo a la estación para que vuelva a Madrid o llevarlo a tu casa para que conozca a tu madre. Aunque después de una tarde con él ya sabes que Carlos Salem no es el tipo que le presentarías a tu madre... y por supuesto tampoco a tu novia, tu hermana o a tu prima.
Ahora tendremos que hacer como con los futbolistas y las estrellas de la NBA y colgar una camiseta (o remera) con su nombre y el número 9 en el estudio. Porque este programa número 9 que hemos grabado es sin duda legendario y nunca habrá en la radio nacional (que digo, ni nacional ni internacional) un programa número 9 como el nuestro. Muérete de envidia Francino.
Así que dejen ya de preguntarme, cuando sea mayor yo lo que quiero ser es Carlos Salem. Un escritor de verdad. Aunque me cueste la vida.
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