martes, 4 de junio de 2013

50 SOMBRAS (Y 50 MIERDAS) DE GREY

 Hace mucho que no escribo en el blog, pero no podía dejar pasar una situación como esta sin hacerlo.  
Cuando terminó No es Nuestra Primera Vez, quisimos mantener abierto el blog. Intentar emplear parte del tiempo que dedicabamos al programa, en  seguir culturizandonos de alguna manera, dar a conocer muchos de los temas que nos van llamando la atención y sobre todo seguir divirtiendonos.

Lo que voy a contar a ahora no tiene ninguna gracia, pero es totalmente necesario, para prevenir a la humanidad (o a todo el que nos lea) de males mayores si es que aún estamos a tiempo. 
Hace casi un mes, cuando vine a Singapur, prometí a Monfri Lorenzo que leería  “50 sombras de Grey” para poder comentarlo. Si Monfri si, digo tu nombre y apellidos porque en gran parte por tu culpa, me embarque en un viaje de 23 horas con esta MUTA 5 ESTRELLAS como único entretenimiento. Cuando me pararon en la aduana no fue porque llevase exceso de equipaque no, sino porque pretendía meter en Asia esta basura de estraperlo.
Cuando alguien dice que no sabe si un libro está bien o mal escrito; que sólo sabe si le engancha o no (me incluyo muchas veces en ese grupo), es porque desde luego no se ha metido entre pecho y espalda estas 544 páginas que podrían haber sido escritas por cualquier quinceñera salidorra.

No es literatura erótica.  No es relato caliente.  Son solo los debanéos de cabeza, e idas de pinza, escritas en formato “querido diario: ¡que fuerte!” de una joven virginal, que se adentra en el mundo del sexo de la mano de un sadomasoquista. Cuando la pega llegas a pensar: “se lo merece”.

50 sombras más oscuras, y 50 sombras liberadas son la segunda y tercera parte del libro.
Bienaventurados aquellos que se atrevan a leerlas, porque de ellos será el reino de Dan Brown.