Ayer se falló el Premio Nacional de Poesía. Falló es la palabra correcta, no por el escritor al que se le entregó ya que Miralles era un muy buen poeta, sino porque una vez más se entrega un premio a título póstumo. En mi humilde opinión los premios deberían emplearse fundamentalmente en dar a conocer nuevos artistas y valores de la cultura, o en su defecto en reconocer carreras o aportaciones de artistas consagrados. Pero entregar un premio a título póstumo, o como es el Nacional de poesía, a un libro concreto, es admitir por parte del premiante (por lo menos esta vez, y no es la primera ni será la última) que se llega tarde, mal y nunca.
Y como no quiero calentarme y empezar a hablar del lado repipi y petulante de la cultura que considera que el único autor bueno es el autor muerto ahí quiero dejar una muestra de la poesía de José María Millares dedicada en este caso a Kike. Por lo que le toca.
Y como no quiero calentarme y empezar a hablar del lado repipi y petulante de la cultura que considera que el único autor bueno es el autor muerto ahí quiero dejar una muestra de la poesía de José María Millares dedicada en este caso a Kike. Por lo que le toca.
LIVERPOOL
Sobre vuestros curtidos rostros de paloma endurecida,
sobre vuestras sonrisas de sal y vino agrio, ya sobre los duros cristales de la niebla,
está mi alma, están mis ojos, amigos,
y sobre el último dolor de la tierra,
y sobre el último dolor de mis manos, tanteando el duro cemento de una puerta vacía,
y sobre la última agonía de las aguas está flotando mi corazón, señores, mi corazón.
Por favor, abridme paso, dejadme cruzar este túnel de plomo,
que quiero ser el primero en llegar con mi sangre a los muelles de Liverpool.
Amigos, vosotros que os perfiláis como aletas de pescado
sobre las últimas esquinas de los buques;
vosotros que de cada rincón saltáis de una bodega a otra
como sapos de azufre ardiendo, como tristes pezuñas de lagarto,
para husmear el rojo carbón de las calderas,
para darle vida al hierro como al alba le dais su fruto,
para darle aliento al agua que se aleja para siempre de la tierra,
del polvo que tanto amáis tras unos ojos,
decidme que puedo soñar en vuestros rostros de ceniza
y en vuestras sucias calles de alquitrán, y en vuestros hogares de nata corrompida,
y echar la raíz de mi sangre como un ancla sobre vuestras jurisdicciones marítimas,
porque además de ser un hombre como vosotros, soy un poeta,
y un poeta es un corazón más sobre la niebla del mundo.
Por favor, abridme paso, que quiero ser el primero en saludar con mi sangre vuestras sonrisas de azufre,
vuestras mujeres de estopa. Por favor, abridme paso.
JOSÉ MARÍA MILLARES
(De Liverpool, 1949)
Muchas gracias por el poema.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Aquí (os) sigo. Muy (de) cerca.
Un abrazo y varios orgullos.