miércoles, 9 de marzo de 2011

SLUMDOG MILLIONAIRE


Se acerca el jueves y como seguro que no podeis aguantar las ganas de saber de qué hablaremos en el programa, os damos un adelanto de nuestra Banana Mecánica, en la que hablaremos de Slumdog Millionaire.

Con este títlulo tan contradictorio "Perro de tugurio millonario" Danny Boyle nos cuenta de manera ágil y vibrante la historia de Jamal Malik, joven al que vamos conociendo junto a su experiencia vital que resulta aclaratoria sobre su inesperado éxito en el concurso de televisión en el que participa. A través de soberbios flashbacks, plenos de ritmo y emoción, descubrimos su pasado como niño huérfano ingenioso y pícaro, que subsiste junto a su hermano y la fascinante Latika en las calles de Mumbai y todos los peligros de la dura vida en la miseria. Todos estos episodios conforman la columna vertebral de la película, donde vemos como Jamal, que nunca se queja de su asquerosa existencia, no cree en el destino escrito y demuestra como él mismo se lo ha ido configurando, a base de dosis de bondad, amor y positivismo.

Sin caer en un simple estereotipo del reflejo de la pobreza para conmover al espectador, ni en una falsa glorificación de la miseria, sino con el enorme acierto de narrar la historia con humildad, aproximándose al realismo y huyendo de moralinas y doctrinas, esconde una conmovedora y emocionante historia decorada al más puro estilo Bollywood.

Lo más importante es que contagia emoción, con situaciones que no buscan la lágrima fácil y sí consiguen gran empatía con su protagonista. Todo ello producto de un guión de Simon Beaufoy inteligente y hábilmente estructurado del que su realizador ha sabido sacar el máximo provecho. No es una película perfecta, se pueden encontrar ciertas carencias y en su último tercio, conforme los episodios de Jamal se aproximan al presente, pierde fuerza y se ablanda en exceso en su resolución. Sin embargo, la vida del joven desgraciado que encuentra la suerte que no ha tenido ya ha logrado, en esos instantes finales, hipnotizar (y cautivar) y tan sólo se desprende el deseo de conocer la resolución del concurso y de la historia de amor de Jamal.

Sus detractores la califican de artificiosa, inverosímil y efectista, pero no se puede negar que Boyle creía en la historia, le ha puesto lo mejor de sí, y desprende esa mágica sensación de las buenas películas, de las que gustan y hacen sentir, muy por encima de sus defectos. Eso, en el cine de hoy en día, es mucho.


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